El Fiscal cometió un solo pecado, creer que podía confiar en otras personas. No entendió el funcionamiento de la sociedad actual y hasta dónde podían llegar los mecanismos del poder. El creyó que era posible. No se lo permitieron, no se lo iban a permitir. Ser libre, honesto, leal, valiente, pelear por lo que uno cree justo, es hoy algo prohibido que se paga con la vida. Murió por sus convicciones. Cada persona es única e irrepetible. No hay ni habrá otro Fiscal Alberto Nisman.
Que en paz descanse.
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