CON ESPECIAL REFERENCIA AL LOBBY GAY Y
AL PROYECTO DE CÓDIGO CIVIL
Por Carlos Alberto Dansey
La
vocación es un vocablo de raíz latina que significa “llamado”. Sería algo así
como una aspiración de llegar a ser algo, médico o ingeniero, por ejemplo. Es
lo que vulgarmente decimos: tener vocación. Pues bien, las minorías tienen
vocación de transformarse en mayorías. Este es un fenómeno natural y explicable
por sí mismo, porque consideramos que lo que hacemos es bueno y más bueno sería
si la mayoría lo hiciese. El típico ejemplo sería un partido político
minoritario que sin ninguna duda intentará ser mayoría.
Una de las grandes minorías que existen en el
mundo es la comunidad homosexual. El Papa Francisco dijo algo al respecto que
revolucionó a la opinión pública mundial, pero no fue debidamente interpretado.
Al preguntársele que opina sobre la homosexualidad, contentó: “¿Qué puedo tener
yo contra los homosexuales? Pero sí estoy en contra de los lobbys”.
Indudablemente se refería al lobby gay. La respuesta del Papa tiene su
explicación, porque el lobby es un grupo de presión, que se propone tener
resultados mediante la fuerza y no necesariamente en base a razones. Claramente
el Papa quiso significar que no aprobaba la ley mal llamada de “matrimonio
igualitario”, que fue dictada en la Argentina bajo tenaz presión del lobby gay,
sin la menor base de racionalidad que toda ley debe tener. La consigna
desplegada en las calles era “Matrimonio ya”, sin más discusión.
Si se tratara de un derecho ¿cómo es que
durante milenios tal derecho nunca fue admitido en ninguna parte del mundo? La
razón es porque no estamos realmente ante un derecho. La homosexualidad existe
pero no porque sea un derecho. Es una situación del orden natural, como es un
jorobado, por ejemplo, que no se puede evitar. Existen al margen de si es
derecho o no lo es; y por lo mismo que son personas deben ser respetadas en su
individualidad como todas las personas, sin distingos. El distingo que se hizo
en Argentina y en otros países al admitir el matrimonio entre personas del
mismo sexo, no responde a ninguna razón de bien público, sino a un aflojamiento
ante la presión del lobby, que en Paraguay, en EEUU, en Rusia y en muchos otros
países no tuvo igual resultado, hasta ahora. Veremos después.
Como el lobby gay es minoría entró en la
aspiración de lo imposible al pretender ser mayoría. Si la mayoría de los
gobiernos del mundo aceptaran la ley se cumpliría la aspiración, pero seguirían
siendo minoría dentro de cada país, porque no necesito decir lo que sería el
futuro de la humanidad si la mayoría de los habitantes del planeta nos
convirtiéramos en homosexuales. Si la ley de matrimonio “igualitario” fuese buena,
tendría que se buena para todos y no solamente para una minoría. Por eso es que
el lobby (muy consciente de sus limitaciones) se conforma con tener la fuerza
de la mayoría, permaneciendo en minoría; resultado que fue logrado en nuestro
país por la debilidad de un Congreso incapaz de mantener un debate sobre este
tema, además del interés de cada partido por los votos que no desean perder.
Para respaldar esa fuerza artificialmente lograda idearon el INADI (Instituto
Nacional contra la Discriminación) cuyo objetivo es evitar protestas en su
contra y para ello el Estado sale a respaldarlo. Si hablamos del Estado estamos
hablando de la mayoría. Con lo cual, en este momento, en la República
Argentina, el lobby gay tiene la fuerza de la mayoría, aunque siga en minoría.
Esto no es arte de magia sino una clara muestra de la debilidad de las
verdaderas mayorías para defender el orden moral que nos viene impuesto por el
Creador.
Mucha gente se muestra indiferente ante este
resultado, que lo consideran como un derecho humano. Un recio varón manifestó:
“Mientras a mi no me conviertan, que hagan lo que quieran”. Esta cómoda actitud
tiene sus peligros, porque en este constante avance hacia el fortalecimiento de
la fuerza obtenida, el lobby entró en las escuelas y han logrado que en ellas
se enseñe que el sexo no es el que nos viene de nacimiento, sino el que optamos
por nuestra parte. El sexo es una
opción, se dice con todo desparpajo. Ya se impuso por ley esta variante,
autorizando la expedición de documentos de identidad acorde con la opción
referida. El lobby sabe que jamás será mayoría, pero busca que se amplíe el
número de integrantes, como garantía de que no habrá retroceso en esta
temática. El hijo tal o cual del
legislador, el legislador mismo, el intendente o su hijo, un gobernador, un
juez, un ministro, todas personas con peso en la sociedad, son gays y
constituyen un grupo de interés muy fuerte, no importa si están asumidos o no.
De allí el interés de que este tema sea
colocado en el terreno de la verdad, para evitar los funestos resultados que de
él pueden derivarse. Entiéndase bien, esta no es una campaña contra los
homosexuales, sino contra la absurda pretensión de tener un régimen legal
distinto al de todas las personas, atendiendo diferencias particulares, salvo
el caso de los incapaces por minoridad, demencia o imbecilidad y el de los hermafroditas, por
tratarse de hechos naturales.
En estos aspectos el Proyecto de Código Civil
que se pretende aprobar por el gobierno kirchnerista es una muestra de la grave
confusión existente. La gran dificultad que esta ansia de legalización tiene
es: con qué método se demostrará que alguien es homosexual cuando se pretenda
ejercitar una prerrogativa derivada de esta condición.
La presente nota del Sr. Carlos Alberto Dansey, es publicada en La Misère Porc, por gentileza de su autor.
El autor aclara que, cuando en el texto se dice que los únicos que merecen un tratamiento especial en el Código Civil son los incapaces por minoridad, demencia o imbecilidad y el de los hermafroditas, por tratarse de hechos naturales, hay que agregar: "que no ofenden al orden moral, pues son neutras a toda imputación de este tipo". Nada más y gracias por la atención. C.A. Dansey
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