Lunes 17 de febrero de 2014 | Publicado en edición impresa
Por Graciela Melgarejo | LA NACION
Aveces, en medio de tantísimas declaraciones, los
dirigentes políticos traen involuntariamente a la actualidad ciertas
palabras o expresiones. Por ejemplo, el jefe de Gabinete, Jorge
Capitanich, utilizó hace unos días el verbo amarrocar
[Guardar, conservar ávidamente dinero u otros bienes materiales'] con
singular precisión. Independientemente de que se esté de acuerdo o no
con lo que dijo el ministro de ministros -muchos no lo están-, fue grato
oír esa rotunda vibración de la erre en una palabra que tiene para los
hablantes argentinos una historia larga y compleja.
Hasta mayo próximo, en la sala del subsuelo, se expone la muestra "Al uso nostro. El italiano en el lenguaje rioplatense". Como bien se explica en el prólogo del catálogo: "Nuestro castellano tiene (...) tonos del idish y del ucraniano, del guaraní paraguayo y del rumano, pero fundamentalmente del italiano. La gestualidad y el énfasis, que constituyen un matiz de nuestra oralidad vendrían de aquellos barcos que salían de los puertos de Nápoles y Génova".
Un gran mapa del mundo ítalo-argentino abre la muestra. Si desde Piemonti llegaron amarrocar , linyera , moscato y grisín hasta la provincia de Córdoba, por ejemplo, desde Veneto llegaron chimento , laburar y fayuto hasta la provincia de Río Negro. En este viaje iniciático por muchos motivos, también hicieron contribuciones Lombardía, Liguria, Sicilia y Campania. Lo que se quiere demostrar, en realidad, es que la mayoría de los inmigrantes italianos que llegaron a la Argentina no hablaban ese idioma sino dialectos regionales.
En el artículo "El italiano en la Argentina", la doctora Angela Di Tullio, asesora de contenidos de la muestra, lo confirma: "El cocoliche es la variedad híbrida, o interlengua, que el inmigrante va construyendo en su paulatino proceso de adquisición del español a partir del dialecto italiano de partida (...) por eso no hubo un solo cocoliche, sino casi tantos como inmigrantes". Y recuerda Di Tullio que Bioy Casares mencionaba esta frase de Borges: "Seguramente los argentinos hablamos y gesticulamos como cocoliches ".
Mucho es lo que nos ha influido lingüísticamente nuestro particular "crisol de razas". En un mail del 3/12/2013 dirigido a esta columna, lo destaca la escritora Beatriz Sarlo: "La vez pasada se le explicaba a un lector que los avisos vienen armados desde la agencia de publicidad, lo cual es completamente cierto, y el diario no podría ser juzgado responsable de los errores. Pero quizá pueda hacerse también un comentario sobre la mezcla de tilinguería y analfabetismo en lenguas extranjeras que se pone en escena en las publicidades de los restaurantes, generalmente en tapa de Espectáculos.
"Son desopilantes las concordancias de plurales italianos y singulares en castellano, o viceversa, y otras simpáticas combinaciones".
© LA NACION
N de R La Misère Porc:
Muy buen trabajo y sobre todo muy interesante para los que tenemos ascendentes "gringos" .

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