20/02/2014
Por
José Luis Milia
"A partir de nuestra confluencia ideológica
socialdemócrata vamos a ir a buscar los votos de una mayoría en la Argentina
que hay
que construir a través de la diversidad y la pluralidad, con generosidad
y amplitud" . Ernesto Sanz
La realidad política argentina es inexorable
en sus conclusiones. Ella nos dice que, más allá de sus torpezas intrínsecas,
ningún gobierno radical ha terminado su mandato. Yrigoyen e Illia fueron echados
por los militares; luego, más civilizada la Argentina fueron los peronistas
quienes se encargaron de la faena sucia e hicieron que Alfonsín y de la Rúa se
fueran en olor de estúpida impericia. A mi, y a mucho que hemos vivido los
últimos treinta años en la República, se me hace cuento imaginar que un
presidente radical, socialista o algo así termine su mandato, ese mandato del
que- perejiles irredentos- abrigamos la esperanza que comenzará en 2015. Nada ni
nadie nos puede asegurar que esto, al menos la parte que les corresponde al
peronismo, no volverá a suceder.
Algún iluso puede mencionar a la
Constitución como carta educativa o creer en la bonhomía de los dirigentes
peronistas. Las pruebas están al canto, todo lo que sucedió en estos diez años
tienen como impronta aquella verdad gritada por el general que decía: “al
enemigo, ni justicia”. Que su esencia se haya exacerbado con el
criptomontonerismo de los que se encaramaron hace diez años al poder, no
significa que no pueda ser utilizada de nuevo- por otros peronistas- como
elemento para disciplinar a cuanto díscolo ande suelto por el país.
Como contrapartida a este futuro
posible que es algo más que serio pero que con voluntad suicida la “dirigencia
política” sigue soslayando, asistimos por parte de una parte de la oposición a
un sainete de circo criollo donde una trouppe de ganapanes de la política:
Morales, Solanas Pacheco, Cobos, Binner y Alfonsín chico entre otros, creyendo
que están en la inmediatez de un acto eleccionario tipo Canadá o Australia dicen
muy sueltos de cuerpo que frente al futuro eleccionario su bondad política tiene
un límite: Macri.
Macri es como el tuerto en el país
de los ciegos. Entre tantos inútiles que solo pueden mostrar sus gestiones
inexistentes como resultado de su obsecuencia y del afán por la bolsa de sus
mandamases, la gestión de Macri resplandece.
Que su brillo sea igual al de una copa de
latón oxidada en manos del presidente de una asamblea de pordioseros no le resta
méritos en la Argentina de hoy. Más, si el que lo critica es Binner. Es como
darle a la copa una mano de lustra metales; porque, que este pobre tipo al que
el matrimonio presidencial le debe unos cuantos
favores salga a censurar al “Mauri” tiene la misma entidad que suponer que los
cascos azules en Haití se comportan como las monjas de santa teresa de Calcuta.
Al menos, hasta el día de hoy, los “narcos” no se matan en el centro de la CABA
como sucede en Rosario ni sé que se haya denunciado a la “Metropolitana” por
liberar alguna entrada a la ciudad como ha sucedido reiteradamente con la
policía de Santa Fé en la ruta nacional 34.
Pero dejemos esto, tampoco Macri es
santo de mi devoción ni me interesa más allá de lo anecdótico que es más bien
pobre. Al fin y al cabo ya lo dijimos, tampoco la CABA es Montreal o Melbourne.
Lo que si preocupa es la mentalidad de enano de estos bobos que poniendo caras
de vestales ultrajadas dicen "tenemos
algunas diferencias ideológicas" con el PRO, cuando estamos a más de año y medio
de las elecciones y se olvidan que llegar a ellas será una vía dura y dolorosa
porque, ¿hay alguien que pensando con seriedad y evaluando las condiciones en
que se encuentra el país pueda excluir la posibilidad de violencia extrema y
guerra civil?.
Mientras tanto estos chambones- la “oposición” toda- lo que deberían
hacer es juntarse, no para “ganar” una elección sino para ponerse de acuerdo
sobre como será el país que vendrá luego de esta debacle. Porque los argentinos
queremos saber que es lo que se va a hacer con los pillos que han saqueado
durante diez años el país; que se va a hacer con el Banco central, si seguirá
siendo la caja de mantenimiento de políticas económicas espurias o se lo pondrá
en manos de gente idónea; si de una vez por todas las organizaciones obreras se
democratizarán o seguirán los barones del sindicalismo trabando extorsivamente
cualquier idea de producción y desarrollo; si vamos a tener ferrocarriles y
rutas en serio o seguiremos moviéndonos como en Sri Lanka; si YPF será la
empresa con futuro que armó Pepe Estenssoro en los noventa o seguirá en manos de
charlatanes y logreros; si en cuestiones de seguridad seguiremos de la mano de
Zaffaroni o de una vez por todas los ciudadanos honestos podremos caminar con
seguridad por las calles de Argentina; si el narcotráfico será tratado como un
terrorista que atenta contra la sociedad o seguiremos viendo como la droga se
lleva los sueños de muchísimas familias; si se darán las condiciones para que el
campo sea por enésima vez el motor de la recuperación nacional o solo servirá
para que haga el papel de malo en otro estúpido y malintencionado relato.
Si eso no queda claro en el futuro inmediato las esperanzas de una
recuperación nacional son nulas. Para eso es para lo que hay que juntarse, lo
demás vendrá solo si hay capacidad y honestidad.

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