02 / 02 / 2014
EL PASADO OCULTO DEL ACTUAL MANDAMÁS DEL MERCADO CENTRAL
Esta semana se supo que el gobierno impulsó el nombramiento de Alberto Samid como director del Mercado Central por parte de la provincia de Buenos Aires. A ese respecto, se sabe que ocupará la vicepresidencia del organismo.
Lo que aún nadie explicó a nivel oficial
es por qué se eligió a una persona de su calaña para ocupar un lugar de tal
preponderancia.
En el año 1996, la DGI pidió la detención de
Samid quien era investigado por conducir una “asociación ilícita integrada por
empresas fantasmas, testaferros insolventes y conexiones que alcanzaban a firmas
vinculadas con el fraude de la exportación de manufacturas de oro”.
La DGI denunció que no obstante jactarse de
contar con un patrimonio de casi 100 millones de dólares, el empresario de la
carne sólo admitió que su principal sostén económico provenía de donaciones de
su familia y de las dietas que cobró como ex legislador.
Quien lo acusó es uno de los capitostes de
la entidad recaudatoria, Carlos Sánchez, quien hizo hincapié en que la
investigación propia de la DGI permitió desentrañar la existencia "de una
estructura delictiva organizada con la finalidad de evadir", cuyo jefe visible
era el propio Samid.
La demanda estableció claramente que,
entre las diversas empresas que Samid manejaba, en forma directa o por terceros,
la evasión alcanzaba los 88.077.885 pesos por retenciones y percepciones
efectuadas y no ingresadas.
El trabajo de la DGI, de 65 carillas, fue
meticuloso y cuidado, y allí se planteó la sospecha de que el empresario de la
carne era dueño directo o por terceros (testaferros) de 27 empresas frigoríficas
y faenadoras. La demanda incluyó incluso expresiones públicas de Samid quien
aseguró poseer una fábrica de camperas y un local de ventas en la Quinta
Avenida, en Nueva York.
"Se jacta de ser el propietario de la cadena
de carnicerías La Lonja; acostumbra a movilizarse en helicóptero y en avión, se
comunica con una cantidad indeterminada de teléfonos celulares y estima que
tiene un patrimonio de casi cien millones de dólares", recoge la denuncia de la
DGI.
Por si lo antedicho fuera poco, la propia
entidad recaudatoria señaló entonces que Samid tampoco "tributa el impuesto a la
riqueza, no ingresa el impuesto a las ganancias ni cumple con sus obligaciones
previsionales como trabajador autónomo ni como empleador de los casi 7500
trabajadores que dice ocupar".
Sueltame pasado
El prontuario de Alberto Samid no es nuevo,
arrancó en 1968 con una causa por "hurto calificado". A partir de allí, supo
multiplicar sus hojas a través de los años, hasta convertirse en un repertorio
por demás variado de carátulas que van desde el robo de automotores hasta la
violación de sellos y de las funciones públicas.
Su nombre apareció por primera vez en el
tema de la evasión tributaria en los años 80, cuando se gravó con el IVA a las
carnes. Por ese entonces, Samid alquilaba el frigorífico Caucán, que había
sido de la quebrada Sasetru, por el que debía pagar 100.000 dólares mensuales.
Su vida nunca estuvo libre de los escándalos y cuestionamientos, no sólo como
empresario, sino también como político, ámbito en el que no logró el poder que
hubiese deseado.
A falta de coherencia, Samid fue menemista
en la época de Menem y devino en kirchnerista con la asunción del kirchenrismo.
Según reveló Jaime Rosemberg hace unos años, sus detractores —numerosos, por
cierto— lo acusan de haberse enriquecido evadiendo impuestos, de utilizar su
verborragia y su propia humanidad para agredir y trascender, de acomodarse al
calor del poder de turno para crecer en el mercado agropecuario.
Con el tono agudo y enérgico que lo
caracteriza, él les responde con fiereza: Se autodenomina "un peronista
militante", dice que lo atacan por defender "la causa nacional" y desafía a
quienes lo cuestionan a que demuestren sus dichos en los tribunales.
En un extenso diálogo con La Nación,
Samid dejó claro que sus amores y odios están bien definidos. Dijo que el
gobierno nacional era "el mejor de la historia argentina", y sindicó como
responsable de la crisis nacional a la "oligarquía vacuna", un confuso
conglomerado en el que sumó a la Sociedad Rural, los capitales ingleses y los
líderes opositores Mauricio Macri y Elisa
Carrió.
Respecto a su persona, un antiguo dirigente
menemista que pidió reserva de su nombre afirmó: "Es un evasor de todo lo
imaginable, paga en negro a sus empleados, debería estar preso si éste fuera un
país normal". La misma fuente reveló que hubo una reunión de la corriente
peronista Federalismo y Liberación, hacia 1992, en la localidad cordobesa de
Cosquín, a la que Samid pretendió sumarse y de la cual fue "echado a patadas".
A su vez, un veterano consignatario del
Mercado de Hacienda de Liniers se quejó de la "impunidad con la que actúan él y
sus secuaces" y le atribuyó la propiedad de varios frigoríficos.
Pero no todos son testimonios reservados. El
13 de marzo de 2001, diario La Nación convocó a una mesa redonda sobre el tema
carnes y allí varios especialistas coincidieron en señalar a Samid como
“cuatrero”.
Los expositores fueron: el ingeniero Alberto
de las Carreras, vicepresidente de la Cámara de Exportadores de Carne y ex
secretario de Comercio Exterior de la Nación, el abogado Carlos García Lorea,
coordinador de Acción contra el Crimen Organizado, el Lavado de Dinero y
Narcotráfico de la AFIP, y el ingeniero Luis Enrique Garat, ex presidente de la
Junta Nacional de Carnes y ex director de la Sociedad Rural
Argentina.
Todos los mencionados coincidieron en que la
mafia de las carnes ha evolucionado desde la práctica violenta a formas más
sofisticadas de negocios de "cuello blanco", y aunque los grandes grupos han
sido desbaratados por la Justicia, aún persisten prácticas de abigeato,
cuatrerismo y evasión fiscal.
Y allí aparece la primera referencia al hoy
vicepresidente del Mercado Central: “Lo primero que hay que decir es que a
partir de 1998 la cuestión de la mafia de las carnes se empieza a controlar.
Hasta ese momento la gente asociaba los nombres de Alberto Samid o Roque
Guerra como los paradigmas de esa mafia”, dijo García
Lorea.
Garat arrojó sospechas en el mismo sentido:
“Samid tuvo un frigorífico grande en Ezeiza,que era del grupo Sasetru, y desde
ahí creció. Es lógico suponer que estaba arreglado con alguien, porque tenía un
alquiler de 100 mil dólares al mes que no pagó nunca. Pagaba de vez en cuando
algo, 10 mil o 20 mil. Con ese frigorífico en sus manos, gratis, creció y
creció.
La Junta de Carnes había exigido que, para empezar la faena, tenían que
depositar un impuesto que se fijaba con las boletas de pago. Y había algo raro
ahí. Las boletas decían, por ejemplo, 2 millones con 15 pesos, un millón 23
pesos, y siempre así. Eran millones y monedas, porque eran cifras chicas a las
que le, agregaba, los ceros. Eso se documentó y llegó a la DGI, pero él tenía
como asesor a alguien que hizo que desapareciera el expediente. Había un
duplicado, pero también se perdió”.
Como se dijo al principio de esta noche,
¿cómo y por qué el kirchnerismo confía en una persona como Samid para manejar un
tema tan sensible como la vicepresidencia del Mercado
Central?
Tal vez el gobierno desconozca el daño que
el empresario de la carne hizo con sus trapisondas. Es algo que el ingeniero De
las Carreras define con precisión envidiable: “El gran perjuicio que causan las
mafias de las carnes es la evasión, que es un delito contra el Estado y la
sociedad. También se perjudican los productores desde diferentes puntos de
vista, porque todo el negocio está viciado de evasión y deben pagar más
impuestos porque hay menos recaudación”.
Más claro, echarle
agua.
Christian Sanz y Carlos
Forte


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