Viernes 17 de enero de 2014
Por Carlos Berro Madero
La escuela de economía de Viena, Austria,
centró invariablemente la atención de sus estudios académicos en las
motivaciones del individuo, que es quien actúa en el mundo real de acuerdo con
sus propias valoraciones personales.
La contribución de esta línea de pensamiento
nacida en 1871 con los trabajos de Carl Menger y Eugen Böhm-Bawerk – y cuyo
representante más ilustre fue quizá Ludwig Von Mises-, fue una ayuda invalorable
para que quienes no somos economistas prestáramos debida atención a las
cuestiones de preferencias y valores.
Los vieneses decían que ninguna actividad
productiva podía conferir valor por sí misma a bienes y servicios, sino que eran
las APRECIACIONES SUBJETIVAS DEL CONSUMIDOR las que denotaban su apetencia por
adquirir determinados productos, a un precio que juzgaban atractivo y/o
razonable.
Los rudimentarios K (como muchos otros gobiernos
peronistas), han pretendido vender estos años la idea de que las regulaciones
logran “torcer” dichas preferencias, por lo que se dedicaron a restringir
ciertas demandas específicas temporalmente, con el supuesto objetivo de
favorecer una mejor “distribución” de los ingresos
.
.
Como siempre, se han dado de narices contra la
pared, porque comprobaron que, tarde o temprano, el consumidor encuentra una
brecha para “salirse con la suya”: el mercado negro, las triangulaciones
operativas, etc. creando una distorsión trágica de las “variables” del sistema
económico.
No se ha podido desmentir jamás que cuanto mayor
es la oferta de un producto y menores las restricciones para su adquisición al
estimular el espíritu de competencia, es el mercado REGIDO POR LA DECISIÓN DE
MILES Y MILES DE CONSUMIDORES el que decide qué hacer al respecto y,
normalmente, el precio del mismo se acomoda a estas circunstancias.
Además, en otro aspecto tampoco considerado por
los burócratas de turno, bienes y servicios adquieren mayor o menor valor cuando
dependen de un consumo inmediato, por lo que suele decirse que “más vale un
toma, que dos te daré”.
El propósito de estas reflexiones no es usurpar
el conocimiento que poseen los expertos en la materia que han estudiado esto con
mucha mayor precisión. Sin embargo, queremos resaltar aquí la característica
fundamental de esta línea de pensamiento que está llena de sentido común al
partir de una observación minuciosa de la conducta del individuo común y
corriente.
“Voy pues, a la advertencia de que el
actual interés por la técnica NOGARANTIZA NADA, y menos que
nada el progreso mismo o la perduración de dicha
técnica” sostenía Ortega y Gasset.
Y más aún, Balzac hablaba de las decisiones de
una “gran familia continental” donde todos los esfuerzos tienden espontáneamente
a un “misterio de civilización libre”.
Ninguno de los mencionados autores fue economista
y sin embargo coincidían subliminalmente en su tiempo con las características y
comportamientos denotados por la escuela de Viena: una cuestión emergente de la
conducta de millones de individuos viviendo en sociedad; y a su naturaleza, si
se quiere psicológica, totalmente alejada de las manipulaciones de cualquier
artilugio de un gobierno.
Cuando vemos avanzar a quienes se consideran a sí
mismos como “doctrinarios posmodernos” (Kicilloff y su “troupe” podrían ser un
buen prototipo), siempre temblamos porque sabemos en qué terminan sus
propuestas: amordazar de alguna manera la voluntad libre de los ciudadanos para
evitar que éstos puedan ejercitar sus preferencias.
El paso siguiente de este esfuerzo inútil, es un
fracaso absoluto.
Y que se entienda bien. No estamos planteando una
cuestión de liberalismo o estatismo, sino de sentido común.
Por eso, años de restricciones han puesto al tope
de las demandas en nuestro país al dólar estadounidense, un producto muy poco
sofisticado y al que cualquiera puede acceder con pequeñas cantidades de moneda
nacional.
Su permanencia al tope del ranking de consumo
“popular”, refleja la PREFERENCIA de individuos que quizá no saben quién fue
Menger, pero entienden muy bien qué conviene hacer en orden a sus propios
intereses personales frente a la inflación, el desempleo y la injusticia social,
provenientes de las políticas erráticas del gobierno.
Fuente: www.independent.typepad.

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