07/01/2014
Por Elena Valero Narváez
Empezamos el Año
Nuevo y todas las esperanzas están en la oposición al Gobierno de Cristina
Kirchner. Como el futuro siempre es incierto, no sabemos quienes la
reemplazarán.
Pero, más allá de que
nuestra ignorancia será siempre infinita, nadie, que no esté en su sano juicio,
puede dejar de percibir que estamos ante una crisis social, la cual se está
tratando de solucionar con más de lo mismo.
El intervencionismo estatal, ha provocado el infierno tan conocido
y temido: inflación y pobreza.
Ahora es el momento de pensar cómo se sale de un cuadro que se hace
cada vez más “expresionista”.
Preocupa que quienes serán responsables de marcar el rumbo futuro,
la clase política, no se de cuenta de que el verdadero problema son las
ideas.
En nuestro país pocos concuerdan con el pensamiento que promueve el
sistema económico capitalista, ligado a una ética que defiende la libertad.
That¨s the problem
La mayoría de los dirigentes argentinos aceptan la libertad política pero descreen de
la libertad económica, por ello, creen, que el capitalismo tiene poco que ver
con el mercado. Actúan como si la sociedad no fuera consecuencia de un proceso natural sino de un proyecto
artificial producto de las decisiones de los políticos de turno. Promueven- de
este modo- hasta extremos grotescos, la relevancia que tienen en el curso de los intercambios
sociales.
Y la gente, en general,
apoya esta visión errónea de la realidad, sin observar como afecta proponer
mayores o menores intercambios y elección del destino personal, en las mejores posibilidades y condiciones de
vida para todos.
La idea central del modelo que proponen se basa en la igualdad,
utopía que solamente se puede imponer por medio de un extremado
autoritarismo.Es, a todas luces, contradictorio con la libertad, pensar que se
puede alcanzar.
Los
ejemplos históricos del socialismo real,
dan por tierra la ilusión de hermanarlas.
El sistema capitalista necesita imperiosamente de la libertad
política y del respeto de los derechos individuales, para potenciar los grados
de creación y exploración del cambio, por lo tanto la igualdad ante la ley es la
única posible.
La educación, tema del que se habla, pero que es olvidado en sus
bases fundamentales, debiera bañarse con más grados de libertad para que
dejemos e ser hijos de un Estado
paternalista. Es fundamental mejorarla
para exterminar , de una vez por todas, el pensamiento de carácter fascista y
para facilitar a gobernantes y gobernados comprender, mejor, a la sociedad y a
la vida.
El problema de los argentinos son las ideas: se pueden cambiar
mediante la libertad de pensamiento, única vía para el progreso, por eso los
gobiernos autoritarios intentan limitar la libre expresión imponiendo el
pensamiento único, el que quiere el partido gobernante. De allí viene la
decadencia.
A pesar de la crisis de la utopía marxista, debida al fracaso
estrepitoso de las experiencias sociales reales, aún perdura
un variable interés en ella. Ejemplos
paradigmáticos son la visión negativa del capitalismo y el ambientalismo
exacerbado, los cuales, como muchos otros, muestran problemas reales, pero que
en el fondo son tratados incorrectamente. Conllevan ideas que promueven el
dirigismo estatal, la relativización de la democracia, la economía liberal, y el
impulso y creación personal.
La mudanza de rumbo real vendrá con un cambio en la estructura
mental de los argentinos en contra de una concepción afín a la planificación estatal, al
capitalismo de Estado y a la burocracia política y estatal.
Se necesita, urgentemente, la consolidación de los partidos
políticos, instituciones políticas fundamentales para la democracia. Ellos deben
agrupar a sectores sociales con ideas afines para que no se conviertan en una
bolsa de gatos. Requiere que se debilite un poco el protagonismo personal y se
deje de obstaculizar la competencia interna para comenzar a ser fieles a las
ideas del partido al que se pertenece, sin desdeñar comprometerse en
coincidencias básicas.
Esto permitiría lo que falta: un serio debate sobre los problemas
nacionales y a la gente votar por sus candidatos, conociendo su propuesta
general. La libertad y la competencia, en todos los órdenes, harían, sin
descartar dificultades, el
resto.

No hay comentarios:
Publicar un comentario