Jueves 09 de enero de 2014 | 21:22
Por Roberto Cachanosky | LA NACION
A lo largo de esta década, ante los problemas que se le
presentaban, el kirchnerismo y ahora el cristinismo, nunca rectificó el
rumbo. Por el contrario, siempre redobló la apuesta.
El gran interrogante es si, ante una situación inédita
para el cristinismo, como es el de tener que administrar la escasez, es
posible la estrategia de redoblar la apuesta. Dicho de otra manera, el
oficialismo solo sabe manejarse en la abundancia de recursos para hacer
populismo, pero no sabe administrar un país con escasez de recursos. Su
política es la del despilfarro de recursos para hacer populismo, no la
de establecer un contexto económico institucional que genere riqueza,
por el cual la prosperidad de la gente se produzca a través de un
círculo virtuoso de más inversiones, más puestos de trabajo, mayor
productividad, mejores salarios reales y más consumo. Todo ese proceso
se lo saltearon en todos estos años y fueron directamente a un nivel
artificial de consumo que hoy no pueden recuperar por más que redoblen
la apuesta.
Veamos, entre 2002 y 2013, la recaudación impositiva a nivel nacional aumentó el 1600%. Contra una inflación real del orden del 620%, los ingresos tributarios superaron en 1000 puntos porcentuales la inflación. Y a pesar de esa fenomenal carga tributaria, el déficit fiscal se dispara. Basta con ver los adelantos transitorios del Banco Central al tesoro en diciembre, que aumentaron casi en $ 25.000 millones respecto a noviembre, para advertir el fenomenal problema fiscal que mostrarán los números del tesoro en diciembre. El dato a tener en cuenta es que la recaudación crece en términos nominales por debajo de la tasa de inflación, si por el otro lado el gasto sigue subiendo por encima de la tasa de inflación el problema fiscal será cada vez más grave.
¿Opciones para redoblar la apuesta y no tocar el gasto?
Por el lado de la presión impositiva no lo veo. Puede intentarlo, pero
ya está en un punto en el que la economía está estancada o en recesión
dependiendo de los sectores. Si no se genera riqueza no hay impuesto que
pueda recaudar (recordar la curva de Laffer). Cobrar impuestos sobre el
aire es recaudar cero.
El acceso al crédito externo está cerrado o a tasas descomunales. Otra puerta cerrada, salvo que estén dispuestos a solucionar las deudas pendientes (Club de París, holdouts, etcétera) y blanquear los datos del Indec. El crédito interno es escaso porque no destruyeron el mercado de capitales.
Pueden acelerar el ritmo de expansión monetaria, pero la inflación se les disparará aún más de lo que se ha disparado hasta ahora con el consiguiente malestar social.
No olvidemos que la gente elude el impuesto inflacionario o, si se prefiere, hay huida del peso.
Una cuarta opción es consumir más stock de capital. El
problema es que eso ya lo hicieron gracias al stock de capital que
heredaron en los 90. Los cortes de luz
tienen que ver con ese consumo de stock de capital para financiar
tarifas artificialmente bajas, así como las tragedias ferroviarias
responden a pésimas condiciones de mantenimiento. Consumir más stock de
capital significa, por ejemplo, dejar sin luz a mucha más gente o más
tragedias ferroviarias. Salvo las escasas reservas que tiene el Central,
no les queda mucho stock de capital para financiar el gasto.
Solo podrían redoblar la apuesta haciendo alguna confiscación grosera, y tendría que ser sobre activos o flujos líquidos, lo cual les generaría más problemas económicos que soluciones, sin imaginar la conflictividad social que se dispararía.
Me parece que el Gobierno no tiene margen para doblar la apuesta en materia de política económica porque, como decía antes, solo sabe dilapidar recursos, no administrar en la escasez.
Para mantener este populismo de consumo artificial hay que tener recursos o buscarlos donde sea redoblando la apuesta, y este es el drama del Gobierno. No queda mucho espacio para redoblar la apuesta en materia de recursos económicos.
Veamos, entre 2002 y 2013, la recaudación impositiva a nivel nacional aumentó el 1600%. Contra una inflación real del orden del 620%, los ingresos tributarios superaron en 1000 puntos porcentuales la inflación. Y a pesar de esa fenomenal carga tributaria, el déficit fiscal se dispara. Basta con ver los adelantos transitorios del Banco Central al tesoro en diciembre, que aumentaron casi en $ 25.000 millones respecto a noviembre, para advertir el fenomenal problema fiscal que mostrarán los números del tesoro en diciembre. El dato a tener en cuenta es que la recaudación crece en términos nominales por debajo de la tasa de inflación, si por el otro lado el gasto sigue subiendo por encima de la tasa de inflación el problema fiscal será cada vez más grave.
Si no se genera riqueza no hay impuesto que pueda recaudar. Cobrar impuestos sobre el aire es recaudar cero
El acceso al crédito externo está cerrado o a tasas descomunales. Otra puerta cerrada, salvo que estén dispuestos a solucionar las deudas pendientes (Club de París, holdouts, etcétera) y blanquear los datos del Indec. El crédito interno es escaso porque no destruyeron el mercado de capitales.
Pueden acelerar el ritmo de expansión monetaria, pero la inflación se les disparará aún más de lo que se ha disparado hasta ahora con el consiguiente malestar social.
No olvidemos que la gente elude el impuesto inflacionario o, si se prefiere, hay huida del peso.
El Gobierno no tiene margen
para doblar la apuesta en materia de política económica porque solo
sabe dilapidar recursos, no administrar en la escasez
Solo podrían redoblar la apuesta haciendo alguna confiscación grosera, y tendría que ser sobre activos o flujos líquidos, lo cual les generaría más problemas económicos que soluciones, sin imaginar la conflictividad social que se dispararía.
Me parece que el Gobierno no tiene margen para doblar la apuesta en materia de política económica porque, como decía antes, solo sabe dilapidar recursos, no administrar en la escasez.
Para mantener este populismo de consumo artificial hay que tener recursos o buscarlos donde sea redoblando la apuesta, y este es el drama del Gobierno. No queda mucho espacio para redoblar la apuesta en materia de recursos económicos.
Su drama es que salvo gastar,
otra cosa no saben hacer. Y ya no hay mucho más para gastar y seguir la
fiesta de consumo.

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